¿Porqué no Dar una Clase Sobre La Historia de México en Escuelas Estadounidenses?

Hace algunas semanas debutó un libro que causó sensación en el estado de Texas, Forget the Alamo, cuya intención es la de desmentir la historia que siempre se nos ha contado sobre la Batalla del Álamo. Pero como era de esperarse esto no le pareció a el señor gobernador ni a los miembros de su gabinete que han hecho hasta lo imposible para evitar la distribución del texto. 

Aun así es importante recalcar que libros como este son necesarios en la época que estamos viviendo, época en la cual los republicanos blancos están buscando borrar la historia de las minorías en este país mientras tratan de impulsar una educación más patriótica en las escuelas. Ejemplo de esto es el Proyecto de ley 2497 mejor conocido como el “Proyecto 1836” que intenta pasar el gobernador de Texas, el cual se centra en el año en que Texas se independizó de México y está destinado a promover una “educación patriótica” para los residentes del estado. Según el Proyecto de ley 2497, el “Proyecto 1836” es esencialmente el nombre de un comité asesor diseñado para promover la historia del estado entre los residentes de Texas, en gran parte a través de folletos entregados a las personas que reciben licencias de conducir. También premiará a los estudiantes por su conocimiento de la historia y los valores del estado.

Pero a los críticos les preocupa que el nuevo proyecto sea parte del impulso nacional de los republicanos para limitar la discusión de la teoría crítica de la raza en las escuelas. El Proyecto de Ley 3979 de la Cámara de Representantes, que ahora espera la aprobación de Abbott, limitará la forma en que los maestros de Texas pueden discutir los eventos actuales y el racismo en los Estados Unidos. El “Proyecto 1836” también requiere la promoción de “la herencia cristiana del estado”. Otra pieza de legislación que espera la firma de Abbott, el Proyecto de Ley del Senado 797, requiere que las escuelas de Texas exhiban la frase “In God We Trust” en los edificios del campus si es que se les dona dicha señalización.

Otro aspecto del “Proyecto 1836” que es controversial es su nombre. Algunos han señalado que la independencia de Texas no se aplicaba a todos los que vivían en el estado en ese momento, como los esclavos y los grupos indígenas. La Constitución de la República de Texas, aprobada en 1836, legalizó la esclavitud y excluyó a los grupos indígenas de obtener la independencia.

Muchos historiadores y profesores denuncian leyes como la anterior y apoyan libros como Forget the Alamo. En un artículo para The Washington Post la profesora de historia de la ciencia y profesora Antonio Madero para el estudio de México en la Universidad de Harvard, Gabriela Soto Laveaga, dijo lo siguiente:

“Se trata de negar quiénes somos como nación. Mas que borrar un hecho histórico, es otro ejemplo de la práctica continua y peligrosa de seleccionar partes de nuestro pasado para que encajen en los mitos nacionales predeterminados. Esta no es una práctica nueva ni nuestra sociedad es la única que reescribe la historia para adaptarse a los vientos políticos actuales. Sin embargo, negar un análisis serio y fáctico de nuestro pasado sabotea la capacidad de lograr una sociedad más justa e igualitaria. Si comenzamos la historia de nuestros orígenes nacionales con falsedades, continuaremos repitiendo y expandiendo estas ficciones para que la mentira inicial tenga sentido.”

Gabriela Soto Laveaga

La profesora Soto piensa que esta situación en particular tendría solución si se ofrecieran clases sobre la historia de México en las escuelas, justamente lo contrario de lo que piensan las personas como Abbott. Sobre el porqué México en específico ella dice:

“¿Por qué México? Entre otras razones, México perdió más del 50 por ciento de su territorio ante Estados Unidos. En pocas palabras, gran parte de nuestro país alguna vez fue México. Analizar los orígenes de esta ganancia territorial sitúa los debates actuales sobre la inmigración, la frontera e incluso qué idiomas se pueden enseñar en las escuelas en una perspectiva más amplia. El ensayista y premio Nobel Octavio Paz comprendió el valor de esto hace décadas cuando escribió, “al llegar a conocer México, los norteamericanos pueden aprender a comprender una parte no reconocida de sí mismos”. Esa parte no reconocida es complicada. Usemos solo un ejemplo, la Guerra México-Estadounidense o la Invasión de los Estados Unidos, como se le conoce en México, para ilustrar cómo este evento fundamental podría enseñarse en las aulas estadounidenses para expandir la forma en que estudiamos las acciones de nuestra entonces aún incipiente nación.”

Photo Credit: visitsanantonio.com

Si eres mexicano-americano y vives o naciste en Texas lo más probable es que en algún momento de tu vida algún familiar Mexicano te haya dicho “ustedes nos robaron Texas y California”. Y si eres como yo y si pones atención en tu clase de historia casi seguro intentaste debatir y decir que no fue así, incluso llegaste a culpar a México por perder el territorio. Pero conforme pasó el tiempo y busqué información por mi misma y escuché las historias que tenían que contar mis familiares me di cuenta que las cosas no encajaban. Aun así, no fue hasta mi primera clase de historia en la universidad que caí en cuenta que la mayoría de lo que nos enseñan en la escuela no es verdad, lo primero que nos dijo el profesor fue “olviden todo lo que creen que saben porque nada es cierto”. El problema es que no deberíamos de tener que esperar hasta estar en la universidad para recibir la información correcta, para aprender la historia de este país como realmente sucedió, y eso es lo que los escritores de este libro, historiadores y profesores como Gabriela Soto Laveaga intentan impulsar. 

La historia que Soto, los escritores de Forget the Alamo y México cuentan es la siguiente: Cuando México otorgó permiso a los angloamericanos para establecerse en el territorio escasamente poblado entonces conocido como Tejas, estos colonos aceptaron acatar las leyes Mexicanas y fueron alentados a aprender español, convertirse al catolicismo, casarse con mexicanos y, finalmente, renunciar la esclavitud. Pero los angloamericanos desafiaron todas estas expectativas. Comenzaron superando el límite del número de angloamericanos que podían establecerse en México. Eso les permitió superar en número a los mexicanos en su territorio. Los estadounidenses luego se negaron a seguir las leyes del país; en respuesta, México envió tropas para patrullar sus fronteras, entendiendo que una facción de tejanos tenía la intención de fomentar la secesión de México. Sin embargo el destino de Tejas no fue decidido en el campo de batalla, sino en Washington, D.C. En 1837, Estados Unidos reconoció a Texas como un estado independiente, lo que avivó la ira de México. Parte de la disputa fue por el donde iba a ser trazada la frontera, en el Río Nueces o Río Grande, lo que le daría a Texas 150 millas adicionales de territorio. Este detalle geográfico es importante. Polk, decidido impulsar la guerra, afirmando que una batalla fronteriza que involucró a tropas mexicanas y estadounidenses derramó “sangre estadounidense en suelo estadounidense”. Pero esta afirmación era falsa; la batalla ocurrió en el territorio que estaba siendo disputado. El aún no presidente Abraham Lincoln, objetando la mentira de Polk, presentó la Resolución Spot de 1847, que presentaba la evidencia de que la pelea no ocurrió en suelo estadounidense.

Como esta hay miles de historias más que no sabemos, historias que pintan un Estados Unidos distinto al que nos intentan enseñar en las escuelas. Historias que si fueran contadas verídicamente podrían traer un mayor entendimiento de quienes somos y poco a poco podrían ayudar a erradicar el odio y el racismo en este país. Historias que deberíamos de conocer desde pequeños.

Si alguno de ustedes quisiera leer el artículo de la profesora Gabriela Soto Laveaga este es el link: 

https://www.washingtonpost.com/outlook/2021/07/22/every-american-needs-take-history-mexico-class/

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